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elfracaso

Diario del IES

Manuscrito encontrado después de una botella de vodka

Me reconcome la duda sobre un problema fundamental: ¿qué fue primero en el génesis de la coyunda, el gustito o la intención procreativa?. Que van en un pack es evidente, pero ¿una cosa lleva a la otra o la otra a la una ?. Esta cuestión, que parece vanal o que a usted le importa un pepino, es crucial para el sostenimiento o el hundimiento de la base de la moral sexual católica. Así que póngase usted serio y no sea tan superficial.
¿Procreo porque me da gustito? o ¿me da gustito porque procreo?.
Retrotraigámonos a esa cueva primigenia donde viven una panda de cenutrios que hemos dado en llamar Neanderthales, Cromagnones, o lo que sea. El caso es que allí están, aburridos por que no hay tele y acojonados porque hay unos pedazos de velociraptores que se los papean a la mínima. ¿Qué hacer?. La cueva está oscura, solo la luz tenue y bailona de la hoguera ilumina levemente los cuerpos apretujados unos contra otros. Una pierna aquí, un torso allá, vulva a la izquierda, seno a la derecha, barriguita allá enfrente, medio culito mas allá, cojoncillos colgando... ¡Leches! ¡Vamos a montar una fiesta!. ¡Hala! y ya tenemos a nuestros ancestros dando tumbos por la cueva, encalomándose unos a otros haciendo el trenecito. ¿Es de creer que estos melenudos piraos se lo montaban así porque se habían dicho ¡venga!, que vamos a procrear, que se nos acaba la especie?. ¿A quién se le pone tiesa pensando en un bebé dentro de nueve meses? (¡Qué degeneración!). Y ¿cómo estos memos relacionaban la causa y el efecto? ¿El trato carnal con el nacimiento de un niño meses después?.
Es más, las pinturas rupestres secretas -esas que nunca salen en los libros (ver Ballantines, Edward. "The Pêche-Merle secrets". Ed. Chartreuse Vert)- demuestran cómo se daban al meneo desde todas las posturas y variables, cualquier agujero era bueno, señores. Si esto era así en los albores del ser humano ¿podemos hablar ahora de comportamientos sexuales contra natura? Pues no (en todo caso lo raro, lo antinatural sería el celibato, por ejemplo). Y ¿podremos decir que el motor de la coyunda es la procreación?. Pues no. Es el placer, el gustito. Si no que se lo pregunten a los bonobos, nuestros parientes cercanos primates, cuyas relaciones se estructuran alrededor del dar y recibir placer. O como bien ha demostrado el famoso científico hindú Sr. Saphire de la Universidad de Bombay en su estudio sobre "Las ondas cerebrales y la pulsión cuántica en el estrés postorgasmático de la vaca común".
Se me caería la mano a pedazos de tanto escribir si quisiera enumerar todos los experimentos científicos, las certezas filosóficas y hasta de sentido común que demuestran el protagonismo, la base del placer en el impulso procreador. Precisamente porque el placer es el mismo instinto de la procreación.
Entonces la gran pregunta es ¿porqué la jerarquía católica mantiene esas posturas contra natura?. (¡Ah!, buscad a quien beneficia esa muerte y tendréis al asesino). ¿En que les beneficia? ¿Porqué llevan esos capirotes tan raros sin reírse?. Responda a la primera y segunda preguntas, la tercera es muy difícil.
El poder. Todo poder necesita imponer un orden. Constreñir el libre albedrío o anatemizarlo haciendo pecaminosas determinadas opciones. El placer, la risa, el abandono de la uniformidad impuesta para el control del individuo diluyen el poder de la jerarquía dictatorial. Adentran a la persona en el libre consenso. La alejan de la alienante alucinación colectiva que dirigen estos especímenes.
No os fiéis de alguien que no se rie, sobre todo de sí mismo. No sigáis a quien defiende la caridad frente a la justicia. Desconfiad de los que entienden la compasión como un gesto desde una posición de privilegio. Andad alerta con los que hacen de su uniforme ideológico bandera contra los derechos del otro. Huid como del diablo de aquellos cuya empatía existe sólo para los suyos.
Y sobre todo reiros. Reiros de los dogmas, de las certezas, de los dioses. Dios es una carcajada y la sonrisa su profeta. Reiros de mí, de vosotros mismos, de todo lo que os aprisiona, os constriñe, os separa. La risa emulsiona. La Iglesia diluye. Emulsionémonos.
Y follad, queridos alumnos, follad porque, por lo que veo, el mundo se acaba.

(lección dictada el 29 de Junio del 2005 en el acto final de curso del IES Beato Beefeather de Orihuela por el profesor emérito Excmo. Sr. Don Manuel Maciá y Martinez, que Dios guarde a usted muchos años.)

Más Espartaco y menos Ben-Hur

(Carta dirigida a "la Reserva Espiritual del Instituto")
La similitud que algunos proclaman entre la Pasión de Cristo y la muerte de Juan Pablo II es tan espúrea como la afirmación de que la agonía y muerte de Rockefeller fue calcadita a la de los hindús gaseados en Bopal.
Me conmueve el sufrimiento de ese viejo aplastado bajo un solideo. Pero no veo a Cristo en el Papa. No lo he visto en ninguno de los Papas. No veo a Cristo jerarca. No veo a Cristo luchando por el poder temporal. No veo a Cristo sentado en ningún trono.
Veo a Cristo en los ojos de terror del cadáver anónimo varado en la playa ignominiosa de las pateras. En el niño que vaga solo después de ver morir a sus padres bajo un bombardeo. En la cósmica soledad del viejo muerto en el abandono. Veo a Cristo elegir a sus acompañantes (mal que os pese) entre las prostitutas y los humildes pescadores. Veo a Jesús morir solo, abandonado, sin equipos médicos rodeándolo, sin curias, sin camarlengos, sin guardias suizos a sus órdenes. Sin que su agonía mereciera una sola linea de los voceros de la época. Este parangón que hacéis entre Cristo y el Papa es pura demagogia, hipocresía, manipulación, propaganda, VANIDAD. Sí, VANIDAD con mayúsculas.
La exhibición impúdica de los sufrimientos de un viejo en la televisión no ejemplifican nada, ni son didácticos para una sociedad que ningunea la muerte porque ese contacto se produce a través de un medio de representación de la realidad, no de la realidad misma, y ello desdibuja la vivencia, la aleja del plano íntimo y rico de la experiencia directa para hundirlo en la vulgar obviedad de la pornografía. Es mas valioso vitalmente asistir, acompañar a tu vecino o a un perro en su agonía, que contemplar los estertores televisivos de un busto asomado a una ventana mientras se intercalan imágenes de arrobo de la multitud en interminables barridos. Afirmar que las imágenes residuo de un sistema de representación son sustitutivas de la experiencia personal es tanto como abrirle el paso a esa MATRIX que ya se vislumbra en el horizonte (nos elegirán la realidad unos controladores desconocidos).
La tele, el Gran Hermano, no es la realidad, es un remedo, un Parque Temático, un Zoológico.
El Papa no es la encarnación de Cristo -como parecen defender estos nuevos Inocencios III- ni siquiera (en puridad) le representa.
Esas imágenes, esa representación obscena, ese equipararse a la deidad, esos esfuerzos por elevar a mito un hecho natural, esa falta de Humildad (la Humildad con que Cristo regaló su muerte) me hacen pensar que bajo la cúpula del Vaticano, bajo la púrpura, bajo el oropel, bajo los crucifijos de oro, bajo las COPES, bajo los mármoles y los rituales pomposos, no hay nada de Cristo. NADA


Manuel Maciá Martinez

Señora en la ventana

1) “Señora en la ventana”. Autora.-La Realidad. En c/ Ruperto Chapí, 31. Día 12 de 10’15 a 10’25 horas.
En esta imagen, a primera vista, lo que nos llama la atención es la aparente casualidad que parece emanar de toda la composición. Se diría que la autora nos quiere alejar del hecho evidente de que estamos ante un intento artístico -un intento de expresión del yo y quizás del ello y por tanto un hecho con tendencias sublimes- haciendo aparecer el motivo, la figura, despeinada con un rulo colgando, desmadejados los brazos sobre el alféizar de la ventana, con el batín de boatiné entreabierto con desgana y con la expresión de una Gioconda a la que le hayan introducido una zanahoria por el culo. La ventana enmarca sin piedad toda esta deplorable exhibición de mal gusto. El tratamiento del color es detestable. He visto más armonía en las pelotas de un mandril y más luminosidad en el agujero de un retrete. La ausencia de técnica es evidente. El personal se compra un maletín de artista de la Srta. Pepis y se ven ya apareciendo en la Historia del Arte de Gombrich. Ya va siendo hora que advenedizas como esta tal realidad dejen de creerse geniales intentando epatarnos con éstas imágenes tan de pretendida falta de pretensiones. La falta de pretensiones es sólo una excusa para mediocres. No nos engañas Realidad.
Fdo.-Manuel Maciá